Sin miedo a educar de Betsy Hart
Los padres de hoy vivimos obsesionados por la perfección de nuestros hijos y acosados por sus caprichos. Los expertos pedagogos y sus recetas para hacer de cada niño un pequeño genio no hacen sino aumentar nuestro estrés.
Betsy Hart, madre de cuatro hijos, ha conocido a muchos de estos padres. El problema lo encuentra en la actual cultura de la permisividad, que con dogmática “tolerancia” coloca a los niños en un pedestal en donde ni es posible ni disciplinarlos ni criticarlos. Como si marcar límites y ejercer la autoridad que sólo a los padres compete fuera sinónimo de trauma y maltrato. Hart señala las consecuencias de esta educación en muchos de los niños y adolescentes que nos rodean: caprichosos, egocéntricos, irritables y, en definitiva, infelices, por no mencionar a sus desbordados padres.
Con lucidez, compasión, humor y, sobre todo, con sentido común, Sin miedo a educar cuestiona la aceptación de ciertas modas pedagógicas hoy imperantes, poniendo de nuevo el acento en la responsabilidad de los padres y en la necesidad de llegar al corazón de sus hijos.
“Betsy y yo postulamos que hay que tener como objetivo el futuro adulto para que sea un digno y solidario ciudadano, y que para ello hemos de utilizar las herramientas que les permitan ajustar principios éticos y morales. Nos une el saber que para educar se precisa tiempo, normas, límites y afecto. Que dar cariño no significa malcriar”. (Del prólogo de Javier Urra).
(Fuente: Criteria club de lectores)
Los padres de hoy vivimos obsesionados por la perfección de nuestros hijos y acosados por sus caprichos. Los expertos pedagogos y sus recetas para hacer de cada niño un pequeño genio no hacen sino aumentar nuestro estrés.
Betsy Hart, madre de cuatro hijos, ha conocido a muchos de estos padres. El problema lo encuentra en la actual cultura de la permisividad, que con dogmática “tolerancia” coloca a los niños en un pedestal en donde ni es posible ni disciplinarlos ni criticarlos. Como si marcar límites y ejercer la autoridad que sólo a los padres compete fuera sinónimo de trauma y maltrato. Hart señala las consecuencias de esta educación en muchos de los niños y adolescentes que nos rodean: caprichosos, egocéntricos, irritables y, en definitiva, infelices, por no mencionar a sus desbordados padres.
Con lucidez, compasión, humor y, sobre todo, con sentido común, Sin miedo a educar cuestiona la aceptación de ciertas modas pedagógicas hoy imperantes, poniendo de nuevo el acento en la responsabilidad de los padres y en la necesidad de llegar al corazón de sus hijos.
“Betsy y yo postulamos que hay que tener como objetivo el futuro adulto para que sea un digno y solidario ciudadano, y que para ello hemos de utilizar las herramientas que les permitan ajustar principios éticos y morales. Nos une el saber que para educar se precisa tiempo, normas, límites y afecto. Que dar cariño no significa malcriar”. (Del prólogo de Javier Urra).
(Fuente: Criteria club de lectores)
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